Todo el gremio de las cacatúas
oficiales en Yucatán, reconocen y dicen que el único polemista del siglo XX
yucateco fue el "socialista" Antonio Betancourt Pérez (1907-1997). Betancourt mismo, como perfecta vedette que era, construyó
su imagen de “polemista”. Del griego πολεμιστής, combatiente, los amigos del “marxista”
Betancourt lo consideraban como un escritor siempre a punto de liarse, a golpes
de tinta, hasta con el vendedor de tortas de cochinita del Mercado Lucas de
Gálvez.[1]
Ben Fallaw, un historiador yanqui,
hasta le dedica páginas completas cuando aborda el Cardenismo en Yucatán.[2] ¿Fue en verdad Betancourt
Pérez un escritor polemista yucateco? Si consideramos por polemista al escritor
que, antes que nada, polemiza con el poder o con el príncipe y las versiones
históricas, políticas y hasta religiosas del poder, Betancourt Pérez no fue un
completo polemista. Cuanto más, lo podemos considerar como un camorrista, un
sedicente y un hombre con verborrea ribeteada de un catecismo marxista.
Vuelvo
a repetir: ¿Fue Betancourt Pérez un polemista? Falso de toda falsedad,
considero que Betancourt Pérez fue un camorrista indigesto pero sus polémicas
las realizó dentro del sistema al
cual servía hasta en sus nimias críticas, el priismo. En un
artículo de 1992, Mario Vargas Llosa señaló algo que no hay que perder de vista,
y con el cual podemos caracterizar la supuesta vena polémica de Betancourt
Pérez: la idea de que la DICTADURA PERFECTA, para obtener la hegemonía y
legitimarse ad eternum en su omnímodo
y escatológico poder, recurrió, incluso, al reclutamiento de intelectuales “críticos”
y “contestatarios” con el régimen dictatorial priísta. Conscientes o no, esos
“intelectuales” críticos con el régimen, le hacían el favor al sistema hasta
con las pedradas que le tiraban al régimen. Betancourt ni a "tirahulazos" llegó con sus Cartas peninsulares.[3]
Como
polemista del sistema y no como polemista fuera del sistema y contra el sistema,
Betancourt Pérez polemizó con Fidelio Quintal
Martín, con el panista Víctor Correa Rachó, con Gilbert Joseph que llegó a
decir que Felipe Carrillo Puerto permitió actos de tortura en su régimen, con
el Diario de Yucatán, con el hispanista Rubio Mañé y con el neocolonialista
Chamberlain, y hasta con la iglesia católica, pero esas polémicas las hizo
dentro del sistema. A ver, cuestiono, ¿en qué punto de su discurso
"progresista” de más de 50 años, cuestionó al gobierno?, ¿hay una sola
línea de Betancourt Pérez escrita en apoyo al movimiento estudiantil a partir
de 1968, qué pensó del asesinato de Efraín Calderón Lara? No hay nada sobre
esos tópicos, nada de Betancourt Pérez fue contra el sillón autoritario en el
cual se encamó con suma conchudez.
El
único cuestionador, crítico, intelectual y hombre consecuente con sus ideas de
izquierda libertaria en Yucatán, es Pedro Echeverría Várguez, un combatiente
del pensamiento nacido en 1940 en el pueblo de Hocabá, cercano a Mérida. Hace
falta un trabajo que de cuenta de la biografía de Pedro Echeverría. Este que
escribe, apenas y se va enterando del año de su nacimiento, sin embargo, no
sabemos en dónde transcurrieron sus primeros años, qué carrera eligió, qué
doctorado cursó, cuándo le entró el gusto por indagar en la política pasada,
qué nos puede decir de los ferrocarriles y las haciendas de Yucatán, cuál es su
fórmula para escribir hasta los 75 y estar al tanto del mundo, del país y del
patio? Y más, ¿fue lector de Octavio Paz, quiénes son sus autores favoritos, se
declara anarquista, socialista, marxista de los últimos días, libertario?,
¿estudió antropología? ¿cómo le surgió la idea de escribir sus dazibaos y
cuanto tiempo duraron sus periódicos públicos?, ¿escribirá sus memorias?, ¿cómo
podemos seguir esa senda de cuestionar todo el espectro político?, ¿habrá
alguien que pueda conjuntar y analizar sus escritos anticapitalistas?
Autor
de indistintos temas que van desde la historia
de los ferrocarriles, la educación en México y Yucatán, el socialismo y los
partidos políticos en el patio y a nivel nacional; y siendo profesor en la
Facultad de Arquitectura de la UADY, Echeverría escribió sobre tópicos de arquitectura
y hasta de historia obrera.[5] La obra de Echeverría se
mueve entre el análisis ponderado y profundo de un tema trabajado con pedagogía
de viejo profesor de vieja guardia, y la virulencia de un apasionado por la
justicia y la defensa de un estado mejor de cosas que el abyecto presente. Podemos
citar una serie de libros que Echeverría ha dado a la estampa, pero creo que
mucha de su obra se encuentra desperdigada por el mundo del internet. Un hombre
de 75 años en el momento en que escribo esto, sorprende que con su edad sea tan
activo, publicando y analizando desde su casa meridana.[6] Sus escritos anticapitalistas
tal vez llegan a un público más amplio, que las sesudas y aburridas tesis de
los académicos de misa y olla, escritas con letra profesoral (indigestas) generalmente
para sus pares. Echeverría, al contrario del silencio de Betancourt Pérez, tocó
tanto el movimiento estudiantil de 1968, como el asesinato del Charras[7]. Y desligándose del “viejo
abuelo” de Betancourt, así como del medio millar de hagiógrafos de Carrillo
Puerto, antes del libro “desmitificador” de Gilbert M. Joseph,[8] en 1985 Echeverría
formulaba las siguientes reflexiones sobre el mito carrillista:
De entrada, para cuestionar ciertos dogmas, hay que hacer algunas
preguntas: ¿hubiera actuado igual Carrillo Puerto en una época que no fuera
precisamente la más alta de la revolución mexicana? Si Carrillo no hubiera
muerto en 1924, ¿hubiera sido otra vez gobernador como lo fue Tejada o Garrido
Canabal o como el mismo Obregón se reeligió? O acaso, ¿hubiera ejercido el
maximato en Yucatán para luego salir desprestigiado? ¿Se pudo haber construido
el socialismo en Yucatán o era la fiebre de aquellos años? O quizá para
alcanzar la categoría de mártir sea necesario morir en el mejor momento y en
manos de la “reacción”.[9]
Sin duda, para terminar estos
apuntes sobre los dos tipos de polemistas que existen en Yucatán (los
polemistas dentro del sistema, como Betancourt Pérez; y los polemistas fuera y
contra el sistema, como Echeverría), podemos recordarle al reportero José
Repetto Menéndez que hace falta una entrevista a profundidad con el maestro
Echeverría. Los historiadores de un futuro posible se lo agradecerán.
Antonio Betancourt Pérez
[1] Cfr. Juan Duch, Antonio Betancourt Pérez,
polemista e historiador, Mérida, Yucatán, Sin Editor, 1975.
[2] Ben Fallaw, “El Cardenismo en Yucatán (I, II y III). Antonio Betancourt Pérez, la
educación y la izquierda en Yucatán, 1931-1937”, Unicornio, Suplemento Cultural del Por Esto!, 13,
20 y 27 de febrero del 2000, pp. 3-9. Igualmente, véase Fallaw, Cárdenas Compromised. The failure of the Reform in
Postrevolutionary Yucatán, Durham
and London, Duke University Press, 2001.
[3] Mario Vargas Llosa, Sables y
Utopías. Visiones de América Latina, Lima, Aguilar, 2009.
[5] Existe una separata de 31
páginas del maestro Echeverría denominado Los
albañiles y la construcción en Yucatán, Mérida, UADY, Facultad de
Arquitectura, 1997.
[7] Apunto las siguientes separatas sobre el tema escritos por
Echeverría: Movimiento estudiantil de 1968: ¿Qué pasó en Yucatán?, ¿Cómo le
interesó a la prensa?; El gobierno de Loret y el asesinato del Charras: ¿Cómo
pudo el gobernador controlar a la prensa?
[8] Gilbert M. Joseph, Revolución
desde fuera. Yucatán, México y los Estados Unidos, México, Fondo de Cultura
Económica, 1992.
[9] Pedro Echeverría V., La política en Yucatán en el siglo XX
(1900-1964), Mérida, Yucatán, Maldonado Editores, 1985, pp. 36-37.
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