Más que a chicleros
campechanos, el monumento al chiclero erigido por el gobierno de Campeche y
autoridades locales del municipio de Escárcega, debe representar a los
chicleros peninsulares (de los tres estados de la península), a los míticos
tuxpeños, a los del centro del país, de Guerrero, de Tabasco, de Oaxaca, de
Jalisco, de Belice, de Guatemala, pues de todas partes arribaron los olvidados chicleros,
durante el tiempo de ruido y furia de "la hojarasca chiclera” (1900-1950).
Y
esto lo digo porque pueblos y ciudades que hoy pueblan la región chenera y la
región cercana a Quintana Roo, fueron otrora hatos
chicleros donde convivían una miríada de hombres, mujeres y niños, de
procedencia diversa. Estas localidades, sembradas en lo que fue algún tiempo La
Montaña Chiclera, tienen sus orígenes en la ola migratoria de chicleros de
diversas partes de la república.
Hay
que alabar a los campechanos por el monumento a estos míticos chicleros, que
hoy sólo los recuerdan las personas de los pueblos que en un tiempo fueron
chicleros, así como unos cuantos historiadores de la temática del chicle. Hay
que alabarlos, y señalar a un tiempo lo olvidadizos y poco agradecidos que son
los gobiernos yucatecos y quintanarroenses por estos hombres y mujeres que
drenaron la economía regional.
Ellos,
esos hombres del machete moruna y machete pando, forjaron más de un destino,
ellos construyeron riquezas regionales e internacionales, ellos igual se
jugaron la vida en los bosques tropicales para dar al mundo la resina con que
se hacía el chicle. Durante las dos guerras mundiales y la guerra de Corea,
junto con la morfina sinaloense, iba el chicle extraído de las venas forestales
de la Península de Yucatán, y este chicle servía como recurso indispensable y
de primera necesidad, para los soldados yanquis: los efectos tranquilizantes del
chicle maya, son legendarios, los sabios mayas lo sabían.
Este monumento, esperemos que no sea el único, pues en pueblos yucatecos como Peto, Chemax, Tzucacab, o en varias localidades de Quintana Roo, igual se tiene una deuda histórica para con ellos.
Este monumento, esperemos que no sea el único, pues en pueblos yucatecos como Peto, Chemax, Tzucacab, o en varias localidades de Quintana Roo, igual se tiene una deuda histórica para con ellos.
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