jueves, 24 de septiembre de 2015

CONSIDERACIONES SOBRE EL ORIGEN DE LA PALABRA “HUACH”



Con esta palabra se designa en Yucatán a la gente de fuera de la península, generalmente, del centro del país y viviendo en la Península. Gilbert Joseph, en Revolución desde afuera (2010: 119), le señala un origen onomatopéyico por el rechinar de las botas de los soldados alvaradistas que los meridanos oyeron el 19 de marzo de 1915.
En el Diccionario de Mejicanismos, Santamaría señala que la palabra huach (su plural es huaches, y en maya huachob; para femenino, huacha y huachas) es una voz maya “con la cual se designa en Yucatán el mejicano no nacido en ese mismo Estado”. “En lenguaje vulgar y popular de Yucatán, apodo que se da al mejicano del interior; al xilango, que dicen en Veracruz” (Santamaría, 2000: 601). Como refiere el mismo diccionario, ni lingüistas del maya yucateco como Alfredo Barrera Vásquez, tratan el vocablo, lo cual da pie a que se dude sobre su origen maya. Más bien, me inclino a pensar que tiene que ver con la entrada de los soldados mexicanos en 1915, aunque la palabra ya rondaba  con anterioridad. Si bien es cierto que en las etnografías del oriente de la Península se recoge esta palabra mayanizada (huachob), esto no implica su origen maya.
Más bien, creemos que su origen primero tiene que ver con la miríada de huastecos que llegaron a trabajar en las haciendas henequeneras y azucareras en tiempos del auge henequenero, y que se desparramaron por los pueblos de Yucatán y convivieron con las clases populares yucatecas.[1] La palabra huach puede deberse a una contracción que el castellano yucateco hizo del vocablo huachs-teco. Posteriormente, los soldados mexicanos, gente de fuera al igual que los huastecos y con similares costumbres y maneras “cantaditas” de entonar el español, tanto en tiempos porfirianos como en la Revolución y post-revolución, serían homogeneizados con el vocablo huach, y a la característica primera de gente de fuera, se le señalaría su condición militar (en el centro del país, por cierto, con la palabra “guachos” se conoce a la soldadesca lépera, Santamaría, op.cit, p. 568).
En la región de Valladolid, por huaches se conoce a los “militares” y a los extranjeros. De hecho, en las distinciones raciales y culturales que Villa Rojas recogió de la “subtribu” de Xcacal Guardia en la década de 1930, los indígenas del centro del Territorio de Quintana Roo se referían tanto de los soldados mexicanos y representantes del gobierno federal, como mexicanos o huachob considerados “lo peor de la humanidad”, y que amén de que contaban con “malas costumbres”, eran crueles y poco religiosos; los de Xcacal Guardia atribuían a los huachob la capacidad de “despedir vientos malos (kakaz-ikob) a su paso.
Lo cierto es que este vocablo, de ser un designativo de los huastecos y militares de fuera de la península, con el tiempo terminó por referirse a los mexicanos no nacidos en Yucatán y viviendo en la Península. Designación, a veces, despectiva, y otras muchas, atractivas.





[1] En la rebelión de las clases populares de la Villa de Peto de marzo de 1911, el segundo al mando que se encontraba por debajo del petuleño Elías Rivero, fue el “huasteco” Antonio Reyes, hombre que era peón adeudado de una hacienda cercana a la villa de Peto, además de que vendía sandías en el mercado de ese lugar. 

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