Con esta palabra se designa en Yucatán a
la gente de fuera de la península, generalmente, del centro del país y viviendo en la Península. Gilbert Joseph, en Revolución
desde afuera (2010: 119), le señala un origen onomatopéyico por el rechinar
de las botas de los soldados alvaradistas que los meridanos oyeron el 19 de
marzo de 1915.
En
el Diccionario de Mejicanismos, Santamaría señala que la palabra huach (su
plural es huaches, y en maya huachob; para femenino, huacha y huachas) es una
voz maya “con la cual se designa en Yucatán el mejicano no nacido en ese mismo
Estado”. “En lenguaje vulgar y popular de Yucatán, apodo que se da al mejicano
del interior; al xilango, que dicen en Veracruz” (Santamaría, 2000: 601). Como
refiere el mismo diccionario, ni lingüistas del maya yucateco como Alfredo
Barrera Vásquez, tratan el vocablo, lo cual da pie a que se dude sobre su origen maya. Más
bien, me inclino a pensar que tiene que ver con la entrada de los soldados
mexicanos en 1915, aunque la palabra ya rondaba
con anterioridad. Si bien es cierto que en las etnografías del oriente
de la Península se recoge esta palabra mayanizada (huachob), esto no implica su origen maya.
Más
bien, creemos que su origen primero tiene que ver con la miríada de huastecos
que llegaron a trabajar en las haciendas henequeneras y azucareras en tiempos
del auge henequenero, y que se desparramaron por los pueblos de Yucatán y convivieron
con las clases populares yucatecas.[1] La
palabra huach puede deberse a una contracción que el castellano yucateco hizo
del vocablo huachs-teco. Posteriormente, los soldados mexicanos, gente de fuera al
igual que los huastecos y con similares costumbres y maneras “cantaditas” de
entonar el español, tanto en tiempos porfirianos como en la Revolución y post-revolución,
serían homogeneizados con el vocablo huach, y a la característica primera de gente
de fuera, se le señalaría su condición militar (en el centro del país, por cierto,
con la palabra “guachos” se conoce a la soldadesca lépera, Santamaría, op.cit, p.
568).
En
la región de Valladolid, por huaches se conoce a los “militares” y a los extranjeros.
De hecho, en las distinciones raciales y culturales que Villa Rojas recogió de
la “subtribu” de Xcacal Guardia en la década de 1930, los indígenas del centro
del Territorio de Quintana Roo se referían tanto de los soldados mexicanos y
representantes del gobierno federal, como mexicanos o huachob considerados “lo peor de la humanidad”, y que amén de que
contaban con “malas costumbres”, eran crueles y poco religiosos; los de Xcacal
Guardia atribuían a los huachob la capacidad de “despedir vientos malos (kakaz-ikob) a su paso.
Lo
cierto es que este vocablo, de ser un designativo de los huastecos y militares de
fuera de la península, con el tiempo terminó por referirse a los mexicanos no nacidos
en Yucatán y viviendo en la Península. Designación, a veces, despectiva, y
otras muchas, atractivas.
[1] En la rebelión de las
clases populares de la Villa de Peto de marzo de 1911, el segundo al mando que
se encontraba por debajo del petuleño Elías Rivero, fue el “huasteco” Antonio
Reyes, hombre que era peón adeudado de una hacienda cercana a la villa de Peto,
además de que vendía sandías en el mercado de ese lugar.
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