domingo, 29 de noviembre de 2015

Versos yucatanenses


Barrio de San Cristóbal

Todos los días te pasaba,
barrio antiguo de San Cristóbal,
todos los días, a pata o en camión,
soportando los calores de los cláxones
y el infierno de concreto arboricida
de Mérida y sus meridanos.
Y fueron tantas las idas y venidas
por tus calles empolvadas, San Cristóbal,
Y tanto ver la casa donde vivió
 El inmortal don Crescencio Rejón,
el Solón padre del amparo mexicano
nacido en el Bolenchenticul de sus mayores,
que a la vuelta de una de tus traficadas esquinas,
canté un bolero y te dije adiós pero volvemos.


Elogio de la chicharra de Xcalachén

Leo en el periódico,
que  “en Xcalachén,
punto donde se unen
el centro y el sur de Mérida,
el rey ha muerto”.
En tiempos en que cayó el henequén,
1948 dicen las crónicas periodísticas,
un hombre, Manuel David Rodríguez,
ex henequero, se fue a los campos de Michigan
a cultivar la tierra de los yanquis en guerra permanente.
Al poco tiempo, el pequeño David regresó al sur,
a ese sur arbolado de Mérida,
y en tierras húmedas del sur compró solar en Xkalachén
y afincó su vida y laboró de matarife
y al siguiente tiempo las chicharras de Xcalachén
y el buche relleno y el castakán y el puyul,
removieron el paladar de hombres y mujeres de esta tierra,
la de menos tierra.
Hoy El Rey David,
la chicharronería creada por Manuel David, está en venta,
dicen que las nuevas generaciones de meridanos
no acostumbran comer como se debe el castakán con la cerveza.

II.

Fementida canalla de meridanos 
y sus ideas de "cultura light" 
que no defendieron nuestra herencia gastronómica,
yo los maldigo no volver a comer cochinita los domingos, 
a ser veganos hasta la octava generación, 

y a perder todo el peso y la gravedad posible, 
y que vuestras mujeres ya no tengan ese chamorro
y esas nalgas amplias y de buen mirar
a las que estoy acostumbrado,
como producto directo de la chicharra no ingerida.
Dios perdone vuestro crimen,
porque yo nunca se los perdonaré.


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