Barrio
de San Cristóbal
Todos los días
te pasaba,
barrio antiguo de
San Cristóbal,
todos los días,
a pata o en camión,
soportando los
calores de los cláxones
y el infierno de
concreto arboricida
de Mérida y sus
meridanos.
Y fueron tantas
las idas y venidas
por tus calles
empolvadas, San Cristóbal,
Y tanto ver la
casa donde vivió
El inmortal don Crescencio Rejón,
el Solón padre
del amparo mexicano
nacido en el
Bolenchenticul de sus mayores,
que a la vuelta
de una de tus traficadas esquinas,
canté un bolero
y te dije adiós pero volvemos.
Elogio
de la chicharra de Xcalachén
Leo en el
periódico,
que “en Xcalachén,
punto donde se
unen
el centro y el sur
de Mérida,
el rey ha muerto”.
En tiempos en
que cayó el henequén,
1948 dicen las
crónicas periodísticas,
un hombre,
Manuel David Rodríguez,
ex henequero, se
fue a los campos de Michigan
a cultivar la
tierra de los yanquis en guerra permanente.
Al poco tiempo,
el pequeño David regresó al sur,
a ese sur
arbolado de Mérida,
y en tierras
húmedas del sur compró solar en Xkalachén
y afincó su vida
y laboró de matarife
y al siguiente
tiempo las chicharras de Xcalachén
y el buche
relleno y el castakán y el puyul,
removieron el
paladar de hombres y mujeres de esta tierra,
la de menos
tierra.
Hoy El Rey David,
la
chicharronería creada por Manuel David, está en venta,
dicen que las
nuevas generaciones de meridanos
no acostumbran
comer como se debe el castakán con la cerveza.
II.
Fementida canalla
de meridanos
y sus ideas de
"cultura light"
que no
defendieron nuestra herencia gastronómica,
yo los maldigo no volver a comer cochinita los domingos,
a ser veganos
hasta la octava generación,
y a perder todo el peso y la gravedad posible,
y que vuestras
mujeres ya no tengan ese chamorro
y esas nalgas
amplias y de buen mirar
a las que estoy
acostumbrado,
como producto
directo de la chicharra no ingerida.
Dios perdone vuestro
crimen,
porque yo nunca
se los perdonaré.
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