viernes, 4 de diciembre de 2015

Epitafio para una biblioteca chetumaleña

La Rojo, Chetumal, Quintana Roo.

"Me habitué a trabajar en las bibliotecas desde mis años universitarios y en todos los lugares donde he vivido he procurado hacerlo, de tal modo que, en mi memoria, los recuerdos de los países y las ciudades están en buena medida determinados por las imágenes y anécdotas que conservo de ellas”. Mario Vargas Llosa. [1]

Como Vargas Llosa, yo igual he tenido una cercanía muy estrecha, casi íntima, con algunas bibliotecas públicas a lo largo de más de una década. En un momento que no tenía ni para comprarme un libro, que eran los años de estudiante de derecho, la biblioteca pública fungió –y aquí recuerdo a Pedro Henríquez Ureña, que pensaba lo mismo- como mi biblioteca personal, aparte de que me dio momentos de tranquilidad, alejado del tráfico de la vulgaridad de la vida cotidiana y el molesto ruido acezante de las calles. Y es que los que no conocen bien a bien las funciones sociales, culturales y hasta amorosas de las bibliotecas públicas, nunca sabrán que estos recintos del saber son el mejor lugar para ligar a las mujeres más inteligentes del tórrido trópico, y no en el consabido bar de la esquina, ni asistir a una fiesta guarra, o estar en medio de una cacaraqueante y apestosa discoteca, repleta de humo de cigarros, ruido y música barata.
Además, siempre estará la presencia femenina en ellas. Uno se jacta de decir, que siempre ha sido el favorito de todas las bibliotecarias de los tres rumbos de la Península: sean gordas, flacas, bonitas, feas, jóvenes o milf rompedoras de hamacas, a uno siempre lo han tratado con cariño, a veces hubo flirteos que, para mi mala fortuna, no pasaron el umbral de la puerta de calle. De que me entiendo mejor con las bibliotecarias, lo pueden decir la legión que me recuerda.
A los bibliotecarios los he tratado con desdén y suspicacia, no es fácil de que me abra a la confianza de ellos, pero se ha dado casos de que he conocido algunos amigos entrañables. Sin embargo, recuerdo que Borges, figurándose el paraíso como una especie de biblioteca infinita,  fue ese bibliotecario inmortal, ciudadano y sumo pontífice permanente de la ciudad de los libros, dados a unos ojos sin luz y que sólo podía leer en la biblioteca de los sueños, y que desde el alba hasta el crepúsculo, fatigaba “sin rumbo los confines de esta alta y honda biblioteca ciega”.
No exagero si digo que toda mi formación o deformación cultural, lo he aprendido, no en las aulas universitarias, sino en las bibliotecas públicas o semi públicas.[2] En un anterior artículo, he hecho un elogio de las bibliotecas públicas:

Tengo que reconocer, y dar gracias, a la idea de la red de bibliotecas públicas, cuyo fermento comenzó desde los inicios de la Revolución mexicana;[3] tengo que reconocer que mi formación, con fallas, ripios y todo, se debe a que yo sí que le creí a don Juan José Arreola (el autodidacta perfecto), e hice mío la certeza del “pensador inglés” (hasta ahora, no sé quien fue ese “pensador inglés” que señalaban las introducciones de los libros de la editorial Océano que llenaba un estante completo de la biblioteca de mi pueblo), y que decía que “la verdadera Universidad hoy día son los libros”. Luego, cuando supe que Saramago no terminó ni su primaria y que nunca estudió para historiador o para “profesor de literatura” o para antropólogo o abogado, etc., etc., y que se la pasaba todos los días, después de salir del trabajo, encerrado en la biblioteca pública de Lisboa leyendo sin un sistema definido estantes y estantes de libros, supe que mi vocación -y mi profesión- sería la de lector. Me defino, no como "historiador", y menos como "abogado", pero sí como un lector que lee con seriedad lo que le pongan enfrente. Me declaro lector en vez de historiador. Antes que nada, y después de todo, soy y seguiré siendo lector, mi oficio es el oficio más viejo del mundo (los primitivos hombres ya leían sus mitos, ya contaban sus historias alrededor del fuego, ya escudriñaban las estrellas).[4]

Actualmente, la RENABIP, una de las más grandes de Latinoamérica, cuenta con 31 redes estatales y 16 redes delegacionales, con un número de 7,365 bibliotecas públicas en todo el país, que ofertan el acceso a la información, el conocimiento, las tecnologías de la información y la cultura, a un universo de 30 millones de usuarios. Los saldos de más de treinta años de existencia de la RENABIP dejan mucho que desear: no somos ni de lejos un país de lectores, las cifras de bibliotecas en el país no dicen mucho, en varios municipios –y más si hablamos de municipios indígenas o con fuerte presencia indígena, como ocurre en buena parte de los municipios de Yucatán[5]- no se ven más que como elementos decorativos,  no se logra todavía concebir a la biblioteca pública como un elemento importante y un almácigo para la formación de ciudadanos cultos y libres, tenemos serios problemas en comprensión lectora y escritural en todos los niveles educativos, y buena parte de las 7,365 bibliotecas de la RENABIP se encuentran prácticamente en el olvido.[6]
Sin embargo, hay sus excepciones: recuerdo que en secundaria fui por primera vez a la hoy extinta biblioteca de mi pueblo. No sabía que iniciaba una formación lectora, sin más método que el de mis pocas luces me dieran a entender. Y la formación autodidacta, mis lecturas sin un sistema definido, la voraz e incurable enfermedad por saber, por leerlo todo, por discutirlo todo, por entenderlo todo, se dio en el silencio que me concedía la biblioteca pública de mi pueblo.
Desde aquella biblioteca de pueblo en el sur de Yucatán, y que debido a la acechanza de los bárbaros, no existe actualmente, donde comencé a leer a los clásicos de la literatura latinoamericana; hasta el enamoramiento profundo que sentí por la biblioteca Santiago Pacheco Cruz, de mi alma máter, la UQROO, y la biblioteca pública central de Quintana Roo, Javier Rojo Gómez, “la Rojo”, de Chetumal, en donde a lo largo de más de 5 años, fui un asiduo lector de literatura, ciencia política, derecho, historia, poesía, antropología y hasta arqueología, y un mucho de filosofía, y otro tanto de teología, mi formación siempre ha sido la de un autodidacta perdido en los arrabales de las bibliotecas públicas.
En mis años de estudiante, desde las 12 del día en adelante, o, cuando me decidía a no asistir a las aburridas clases de derecho –que ocurría en infinidad de ocasiones y por cualquier pretexto-, desde temprano, recordando al Borges de mis lecturas, yo me afanaba por los laberintos de estantes de la Rojo Gómez, y fatigaba sin rumbo los confines de esa honda y setentera biblioteca chetumaleña:

Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías
símbolos, cosmos y cosmogonías,
brindan los muros, pero inútilmente.

Ahí aprendí a leer, leía con terquedad, aprendía palabras, intentaba hacerlas chillar, comencé a tener la manía de apuntarlo todo en unas libretas de pasta francesa, que con el tiempo nombré como carpetas de apuntes: desde frases que me gustaban, palabras que desconocía, e ideas y bocetos de cuentos o situaciones que se me ocurrían. Tengo, en mi archivo personal, más de 10 carpetas de apuntes de mi paso silencioso como “usuario” de la Rojo Gómez. No dudo en decir que yo soy egresado de la biblioteca Javier Rojo Gómez de Chetumal, así como de la Santiago Pacheco Cruz, de la UQROO.
            Por eso me sorprendió, y, al principio, me causó hondo pesar, leer que la biblioteca Javier Rojo Gómez, uno de mis símbolos con los cuales me defino con la extraña identidad de chetumaleño, fue cerrada por decisión de la subsecretaría de Cultura de la SEyC, después de un peritaje donde se comprobó una pérdida incuantificable tanto en el inmueble como en el acervo cultural, producido por las pasadas lluvias de octubre de 2015, las cuales literalmente inundaron a Chetumal. En su portal que dirige, Javier Chávez Ataxca escribió un conmovedor alegato, fustigando la dejadez de las autoridades culturales de Quintana Roo, a las cuales, al parecer, les importa nada la cultura y la historia de ese estado, aunque el cronista vitalicio de Chetumal, el siempre complaciente Nachito, aplauda como foca que la biblioteca sea removida a un cuchitril, y como muchos chetumaleños, no logre ver que el daño sufrido por el inmueble se debe, no a las infaltables lluvias de octubre, sino a la incuria y filisteísmo del gobierno borgista, y de anteriores gobiernos, que tal vez consideran a la lectura y su fomento como asunto menor para formar plenos ciudadanos. No por nada, Chetumal está maniatado por una rancia “aristocracia de la hamaca”, y por una sociedad burocratizada, que sigue votando por un partido no obstante las pésimas administraciones que ha tenido.
Un edificio con más de 40 años de antigüedad, y  que lleva el nombre de un insigne gobernador del otrora Territorio de Quintana Roo, representa toda una historia, un mar de recuerdos, y un patrimonio cultural para los quintanarroenses. Sería fácil acusar a las lluvias, al mal tiempo, a los años que no perdonan nada, pero todos sabemos que los daños que abundan como la peste en ese edificio, tiene un solo responsable, un solo culpable: el filisteísmo y la politiquería barata y palustre de gobiernos autoritarios a los que la cultura sólo les sirve de relumbrón y mascarada. Al principio, por la prensa se dijo que el peritaje arrojó pérdida total, y que el edificio, o se derrumbaba, o se caí en pedazos.
Ahora, los ladradores oficiales salen con la noticia de que la Rojo Gómez todavía resiste unos añitos, y esto tal vez se deba a que las autoridades actuales de ese estado, saben que si ese edificio se derrumba, dejaría a las claras, y de forma prístina e inequívoca, la tremenda irresponsabilidad y el poco compromiso con los recintos culturales de los chetumaleños (y aquí no sé cómo está el Museo de la Ciudad, cerrado hasta nuevo aviso; la Casa de la Crónica hiede a tiempo viejo y clausurado, el Museo del Faro es una novedad que debemos cuidar y mejorar, y el Museo de la Cultura Maya tal vez respira como si tuviera piedritas en los pulmones). Rehabilitarse o no, las palabras del editorialista de Periodistas Quintana Roo son las más cuerdas que hasta ahora he leído sobre el histórico edificio que albergaba la Biblioteca Javier Rojo Gómez:

En los hechos, la histórica biblioteca dejó de ser una prioridad desde hace muchos años para las autoridades que la dejaron en completo abandono, hundida en su agonía. No se invirtió en el cuidado del edificio, a pesar de que su casi medio siglo de vida le provocaba achaques constantes. Tampoco se destinaron recursos para actualizar su acervo bibliográfico y digital, lo que provocó su decadencia. Como resultado, en sus últimos años de vida la biblioteca central de Chetumal se convirtió en un lugar sombrío y fantasmal, pues los pocos estudiantes que la visitaban empezaron a emigrar a mejores opciones, como son las bibliotecas de la Universidad de Quintana Roo y del Instituto Tecnológico de Chetumal, más actualizadas y con más recursos. El cierre de la histórica biblioteca es doloroso para muchas generaciones de chetumaleños, que una vez más contemplan como parte de la historia de esta capital es borrada sin chistar.[7]

La duda que a uno le atrapa de todo esto, es saber hasta cuándo la rehabilitación comenzará, y cuál es el plazo para terminarlo: ¿un sexenio, o primero se rehabilitará el adefesio anti ecológico que infecta la bahía de Chetumal, obra criminal del criminal Sebastián? Como lector, bibliómano y bibliófilo, si estuviera viviendo en Chetumal, desde luego que el cierre temporal, no definitivo, etcétera, de la biblioteca, me afectaría, me jodería los días, me desbarataría las rutinas. Una voz autorizada de Chetumal, preguntándole su parecer sobre la grave crisis que ocurre a nivel nacional con las bibliotecas públicas, me señaló que no sólo se debería restringir a “rehabilitar” el edificio, sino que se debe modernizar y de acuerdo con los nuevos estándares de la ciencia bibliotecológica, así como contratar gente especializada que atienda a los usuarios, y pagar lo justo a los bibliotecarios: “una biblioteca pública bien puesta –me comentaba- es lo menos que merece una población”. Y esto, cuando en el área de Chetumal, sólo existen tres bibliotecas públicas (sin contar las del Instituto Tecnológico de Chetumal y la de la UQROO) para una población de alrededor de 158,000 habitantes que cuenta Chetumal y Calderitas: una por cada 52,666 habitantes. La Red de Bibliotecas Públicas de Quintana Roo, desde luego, es muy pequeña y pobre, y no se compara con otras redes estatales como las del bajío, incluso con las de Yucatán.
            La Rojo Gómez, nuestra biblioteca, no merece un epitafio, merece otro gobierno, menos filisteo y al cual tanto la cultura como la historia de Chetumal no le importe un comino.





[1] Mario Vargas Llosa, El lenguaje de la pasión, Aguilar, México, pp. 188-89.
[2] Me refiero, a las bibliotecas de las universidades y centros de investigación por las que he pasado, como las bibliotecas de la UQROO, de la UADY, y del CIESAS. Igualmente, hay que reconocer a la magnífica Biblioteca Yucatanense, especializada en documentos y textos de la historia regional de la Península.
[3] Aunque como Red Nacional de Bibliotecas Públicas (RENABIP) se gestó en el plan sexenal de 1982-1988, constituyéndose en 1983. En 1988 se promulgó la Ley General de Bibliotecas.
[4] Gilberto Avilez Tax, “Elogio de las bibliotecas públicas”. Desde la Península…y las inmediaciones de mi hamaca, 23 de julio de 2012.
[5] Véase mi artículo donde hice eco de la imbecilidad aldeana de un pueblo yucateco donde se quemó una biblioteca pública sin que nadie haya protestado: Gilberto Avilez Tax, “Carta abierta de un bibliófilo y un bibliómano: ‘En esa biblioteca de pueblo han entrado los bárbaros’”, en Desde la Península…y las inmediaciones de mi hamaca, 10 de febrero de 2014, http://gilbertoavilez.blogspot.mx/2014/02/carta-abierta-de-un-bibliofilo-y-un.html
[6] Cfr. el artículo “30 años de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas  y el acceso a la Información en México (1ª parte)”, 21 de agosto de 2015, en http://www.infotecarios.com/30-anos-de-la-rnbp-1a-parte/. “En el olvido bibliotecas públicas del país; en el DF, una por cada tres cantinas”, 23 de junio de 2015, en: http://www5.diputados.gob.mx/index.php/esl/Comunicacion/Boletines/2015/Junio/23/5730-En-el-olvido-bibliotecas-publicas-del-pais-en-el-DF-una-por-cada-tres-cantinas
[7]Adiós a histórica biblioteca”, en Periodistas Quintana Roo,

Los otros Zacapoaxtlas

Busto en bronce del general cruzoob, Bernardino Cen. Museo de la Guerra de Castas, Tihosuco.


Si los indios de Zacapoaxtla y los de Tetela y Xochiapulco le hicieren frente al mejor ejército del mundo, el de los zuavos, propinándoles estrepitosa derrota el 5 de mayo de 1862, en otra tierra, en otro sol y en otra geografía, en la Península, el infatigable general de Santa Cruz, Crescencio Poot, mantuvo a raya a los ejércitos que había mandado el Emperador de la mochiza meridana a combatir y querer derrotar a los hijos de la Cruz Parlante. En un apartado de mi tesis doctoral, escribo lo siguiente:
Contrario a los mayas pacíficos, que negociaron su autonomía con Maximiliano como antes lo habían hecho con los yucatecos desde 1852, los de Santa Cruz, o cruzoob bravos, responderían con pólvora ante las insinuaciones de los imperialistas:

Los cruzoob bravos alcanzaron su más importante cuota de autonomía y beligerancia durante el segundo Imperio. Juntaron alrededor de cuatro mil soldados, algunos dotados de buen equipo bélico, que adquirirían en la colonia británica. De la misma forma como los regímenes que le precedieron y que le seguirían, el de Maximiliano no declinó en su intento por liquidar a los bravos. Pero, como siempre, las campañas gubernamentales no rindieron el fruto deseado (Falcón, México Descalzo, 2002, pp. 213-214).

Los esfuerzos militares del comisario imperial en Yuctán, José Salazar Ilarregui, y del coronel Felipe Navarrete y hasta del que escribió la novela racista Cecilio Chi y compuso un tratado sobre la Guerra de Castas, Severo del Castillo, así como de generales vallisoletanos como Daniel Traconis y Francisco Cantón, se toparían con una nueva estructura de poder maya con alta experiencia militar –la dupla Crescencio Poot-Bernardino Cen, entre otros-, y con más de una generación de mayas adiestrados en el arte de la guerra, los cuales llegaron hasta a soliviantar a los que en 1852 habían firmado la paz con Yucatán, los llamados “pacíficos del sur”, complicando la campaña para los imperialistas.
Entre febrero de 1865 y mediados de 1866, el imperio de Maximiliano mandó a sus tropas a Yucatán para –palabras de Maximiliano- terminar con el “estado verdaderamente escandaloso” en el que la Guerra de Castas había subsumido a la Península. Una comisión de generales austriacos – como “aves de paso” se refirió Reed de ellos-, el comisario imperial y los generales imperialistas yucatecos, propusieron como estrategia para acabar la resistencia de los de Chan Santa Cruz, mantener el acuerdo de paz con los mayas pacíficos de Icaiché, exhortando también a los cruzoob mediante la proclama en maya y español ya apuntada, a avenirse al Imperio. Recordemos que en noviembre de 1864, el representante de Maximiliano en Mérida, José Salazar Ilarregui, se dirigía con estas palabras a los “jefes y habitantes de Chan Santa Cruz y otras poblaciones anexas”, apelando a una rancia tradición de “conquista”:

“A ustedes, descendientes de los antiguos habitantes de esta Península y súbditos del gran monarca y Emperador Carlos V, a ustedes me dirijo para hacerles saber que un Príncipe ilustre en todo el mundo y tan poderoso como bueno, el Emperador Maximiliano, desciende de ese gran Emperador Carlos V, soberano de sus antepasados hace trescientos años, es quien ahora gobierna la gran Nación Mexicana”.


Ilarregui externaba que la lucha que libraban los de Santa Cruz con los yucatecos ya no tendría razón de ser, porque para el paternal Maximiliano, tanto yucatecos como cruzoob eran para él iguales, sus “hijos”. Maximiliano les ofrecía “la paz”, pero que si no quisieran ésta, los de Santa Cruz serían “culpables de todos los males que vengan de la guerra, y Dios les castigará a ustedes, a sus hijos y a sus nietos” (Quintal Martín, 1992: 121).

Estas palabras, sin duda tenían una veta habsbúrgica, y recordaba el inefable “requerimiento” de tiempos de la conquista. Los jefes rebeldes –Bonifacio Novelo, Crescencio Poot y Bernardino Cen- obviamente que estarían a favor de la guerra, porque Maximiliano no era su rey sino el de los yucatecos y mexicanos imperialistas, como recordaría Crescencio Poot en 1869.
Desde luego, la campaña seguiría contra el bastión de la resistencia maya. Para mediados de 1866, Traconis se trasladó a Tihosuco para defender la plaza y fortalecerla, pero en ella quedó aislado por los cruzoob desde el 3 de agosto, sin ser ayudado por las tropas imperiales del general Francisco Cantón, derrotado en las trincheras de Majas por Crescencio Poot. 30 días los yucatecos estuvieron a la espera de recibir alguna ayuda del exterior, comiendo hasta gatos, perros y suelas de sus botas para sobrevivir al sitio de Tihosuco, y esta ayuda fue cortada por las patrullas de los soldados de la Cruz Parlante; y sólo cuando estos decidieron, por voluntad propia, abandonar el sitio defendido por unas tropas yucatecas abastecidas apenas por una columna de soldados que lograron colarse hasta Tihosuco para engrosar las filas de Traconis, fue cuando esta pírrica defensa numantina del bando de la “civilización” fue considerada por los yucatecos “como uno de los triunfos más importantes de la contienda”. Traconis, que sólo pudo aguantar y aguantar sin poder golpear a las huestes de Poot que habían sitiado a Tihosuco, fue recibido, junto con su guarnición, casi en calidad de héroe, haciéndoles fiestas, saraos, desfiles, discursos engolados y composiciones.
Las buenas albricias de una “victoria” de los yucatecos serían palabras al viento, pues la guerra seguiría por nuevos rumbos, y Tihosuco, plaza defendida a pólvora por las huestes de Traconis atrincheradas a cal y canto, fue totalmente destruido,36 y poco tiempo después sería abandonado y el frente de guerra se trasladaría a Peto.  Años de batallar contra los soldados de la “civilización yucateca”, habían transformado a aquellos campesinos en unos soldados experimentados que sabían a la perfección el oficio del guerrero (o en su caso, del guerrillero). El 1 de julio de 1869, una alocución de los de Chan Santa Cruz, dictada tal vez por Crescencio Poot desde el pueblo de Tibolón, cercano a Peto, vaticinaría la ola de terror que se iniciaría en el Partido de Peto en la década de 1870:

Hoy me hallo en este pueblo con los leales á nuestro padre á pelear con los que quieran, pues á esto estamos; todo el que caiga en acción de guerra morirá; el que se presente entre nosotros en paz, lo recibiremos gustosos. Hoy han venido a querernos espantar y han quedado escarmentados, como lo tienen a la vista. Nosotros no solo peleamos con el Gobierno, sino hasta con el Rey de Vdes; somos soldados de nuestra Santísima Cruz y de las Tres Personas, á quienes respetamos y veneramos…No pedimos prestado, tenemos tropas, parque para quemar á todos Vdes; hasta para diez años. Pronto iremos á quemar á Mérida…Si el Gobierno no tiene parque, que me pida y le daré dos ó trescientas mil cajas, y obuses y granadas, lo que quiera le daré; que no se moleste en pedir ayuda á México; ya ven que nosotros no pedimos á nadie. Vdes. lo sentirán prepararse y verán si no es así. Mérida va á caer y todo Yucatán será nuestro; pero que no se sacrifique á los tontos; que salga el encargado del gobierno á pelear personalmente conmigo; si viniesen tres ó cuatroscientos hombres bastarán mis asistentes para cogerlos, que vengan como hombres y verán que lo que digo no es una mera bravata sino que es la verdad.



martes, 1 de diciembre de 2015

Comentarios al margen de un ensayo





Me pides que te comente algo de tu trabajo, que te señale puntos, errores, críticas. Pues bien, para empezar, creo que hace falta un mayor dominio del idioma y de la escritura. No existen objetivos claros de lo que pensaste realizar, aunque hay un apartado llamado introducción que no introduce a nada más que a preguntas que en el cuerpo del texto no se abordan ni de lejos.
Tienes un manejo de las citas a pie de página bastante aceptables, aunque te recomiendo dos cosas que detecté; recordando las críticas que uno de mis maestros me hacía, ahora te lo digo para que no transites por esa misma senda umbría: trata siempre de ceñirte a un espacio temporal (y ya no digo, espacial), esos cambios bruscos de tiempo son imperdonables (pasas del XVI al XX en dos palabras), y más en textos de historia.
No utilices lenguajes tan de la cotidianidad (aunque es preciso de vez en cuando sacar de la chamarra del historiador una frase recogida en el documento, la oralidad enriquece siempre), y por eso te recomiendo que leas más, el triple si es preciso antes de querer escribir una sola línea, pues uno, en estos menesteres historiográficos, sólo aprende leyendo a otros, tenemos que ser monos imitadores al principio, como recordaba Pitol recordando a un griego: hay que ir a la yugular de todos nuestros tótems, e ir a la yugular significa digerirlos y deglutirlos lo más que se pueda.
Tu lenguaje, me preocupa tu lenguaje, tienes que mejorarlo, sé exigente con el lenguaje (algo que siempre recomiendo, es el de leer novelas, leamos bastante literatura, yo ando ahora con todo Leonardo Padura). Y otra cosa: si se te dificulta cómo redactar, si la página en blanco del monitor te aterra y te da escalofríos, hay un libro de Sandro Cohen, Redacción sin dolor, que te recomiendo muy mucho.
En la parte de la metodología de la investigación en historia, pues hay tela de donde cortar: desde El oficio de historiar, de González, o un librito socarrón de Mauricio Tenorio Trillo, o el Antimanual del mal historiador de Carlos Aguirre Rojas, o el clásico libro coordinado de Curtis, El Taller del historiador, hasta La historia en migajas de François Dosse, y así nos vamos: Formas de hacer historia, de Burke, etc. Y siendo un poco endogámico, igual te recomiendo libros de un investigador del CIESAS, muy bueno en cuanto a la metodología de la investigación en antropología e historia: Jesús Ruvalcaba Mercado (en librería de la Casa Chata, de Tlalpan, DF, lo encontrarás).
Por otro lado, pues uno siempre empieza fichando -¿sabes fichar?-, tomando notas, apuntando en cuadernos, subrayando libros, escribiendo con la escritura de araña en los márgenes de los libros: eso es necesario siempre.
En posteriores ensayos, y obviamente en la tesis, si es que te quieres casar con la tesis, te recomiendo hacer esquemas, esqueletos de lo que quieres abordar, de preferencia conjuntar apartados por temas, y que estos apartados (lo que no se vio en el texto que me entregaste), que tengan ilación, que se logren conjuntar. Pero los esquemas sólo se harán cuando tú hayas indagado y hayas hecho chillar a las fuentes. El pergamino de Clío que un maestro de donde vengo enseñó a sus discípulos, se basa en un decálogo, muy distinto a las tablas de la ley que le dieran a Moisés:

1)      Elegirás el campo (te casarás con una región o construirás tu región).
2)      Definirás el tema
3)      Planearás el trabajo
4)      Buscarás la información
5)      Almacenarás los datos
6)      Interrogarás las fuentes
7)      Explicarás los sucesos
8)      Estructurarás los apuntes
9)      Compondrás la obra
10)  Comunicarás el resultado.

Pero recuerda esto: todo comienza por una idea. El universo o el multiverso se originó por un verbo que alguien había dejado escapar: de ahí se parte siempre, de esa idea, por eso es necesario tener un buen tema, elegir y delimitar el tema.


domingo, 29 de noviembre de 2015

Versos yucatanenses


Barrio de San Cristóbal

Todos los días te pasaba,
barrio antiguo de San Cristóbal,
todos los días, a pata o en camión,
soportando los calores de los cláxones
y el infierno de concreto arboricida
de Mérida y sus meridanos.
Y fueron tantas las idas y venidas
por tus calles empolvadas, San Cristóbal,
Y tanto ver la casa donde vivió
 El inmortal don Crescencio Rejón,
el Solón padre del amparo mexicano
nacido en el Bolenchenticul de sus mayores,
que a la vuelta de una de tus traficadas esquinas,
canté un bolero y te dije adiós pero volvemos.


Elogio de la chicharra de Xcalachén

Leo en el periódico,
que  “en Xcalachén,
punto donde se unen
el centro y el sur de Mérida,
el rey ha muerto”.
En tiempos en que cayó el henequén,
1948 dicen las crónicas periodísticas,
un hombre, Manuel David Rodríguez,
ex henequero, se fue a los campos de Michigan
a cultivar la tierra de los yanquis en guerra permanente.
Al poco tiempo, el pequeño David regresó al sur,
a ese sur arbolado de Mérida,
y en tierras húmedas del sur compró solar en Xkalachén
y afincó su vida y laboró de matarife
y al siguiente tiempo las chicharras de Xcalachén
y el buche relleno y el castakán y el puyul,
removieron el paladar de hombres y mujeres de esta tierra,
la de menos tierra.
Hoy El Rey David,
la chicharronería creada por Manuel David, está en venta,
dicen que las nuevas generaciones de meridanos
no acostumbran comer como se debe el castakán con la cerveza.

II.

Fementida canalla de meridanos 
y sus ideas de "cultura light" 
que no defendieron nuestra herencia gastronómica,
yo los maldigo no volver a comer cochinita los domingos, 
a ser veganos hasta la octava generación, 

y a perder todo el peso y la gravedad posible, 
y que vuestras mujeres ya no tengan ese chamorro
y esas nalgas amplias y de buen mirar
a las que estoy acostumbrado,
como producto directo de la chicharra no ingerida.
Dios perdone vuestro crimen,
porque yo nunca se los perdonaré.


jueves, 26 de noviembre de 2015

El legado socialista en tiempos de las orgías en la finca Hollywood de Bartolomé García Correa



Repasando la Revista Social. Magazine mensual, que dirigió Gabriel Menéndez en tiempos del Maximato en Yucatán (o Boxpatismo, periodo de predominio político de Bartolomé García Correa, el Boxpato), comprobamos dos cosas: a Carrillo Puerto se le endiosó, se le convirtió en un Kukulkán, y como dios, su doctrina fue enclaustrada y encerrada en la fortaleza que los socialeros de dientes afuera construyeron y denominaron Casa del Pueblo.
Por otra parte, es muy interesante ver que las viejas familias de alcurnia que el Dragón rojo de Motul combatió, con el Boxpatismo regresaron. Las ideas de reforma social, educación, justicia social y modernidad que engendró el movimiento de masas campesinas dirigidos por Carrillo Puerto, degeneró a una fiesta carnavalesca en tiempos del umanense Box Pato, cuyas orgías con la nobleza yucateca en su finca Hollywood y otros socialeros de dientes afuera, fueron célebres. Asimismo, clubes de bienpensantes meridanos volvieron por sus fueros a establecer las costumbres y la moralidad decimonónica.

Pero esto era poco, lo peor del legado socialista estuvo en la condición precaria del campesinado henequenero (distinto al del campesinado en el sur y oriente yucateco, generalmente, chicleros en aquellos tiempos), comprobado por Lombardo Toledano en el llanto del sureste, cuyo culmen se presentó en los crímenes de estado acaecido en Opichén en 1933. 

lunes, 23 de noviembre de 2015

De las paniaguadas plumas del borgismo cacaseno




O de los Godínez de la falsedad oficial noticiosa en Quintana Roo

Hace unos días, supimos de un terrible accidente vial ocurrido cerca de Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo, donde perdieron la vida siete personas, y otras cuatro resultaron heridas. El hecho se debió tal vez por un accidente producido por fallas mecánicas o los siempre descontroles humanos y las imprudencias fatales que pueden presentarse cuando cualquier persona maneja un vehículo motorizado: la incertidumbre al manejar, hasta para el más experto al volante, siempre sucede. Sin embargo, más allá de las obligadas averiguaciones judiciales para deslindar responsabilidades, este accidente dio pie para que más de un miserable paniaguado del borgismo cacaseno, ladrara sus falsedades y politizara hasta la náusea los hechos, pues resulta que el accidente se dio en un convoy donde viajaba el subsecretario de innovación y desarrollo de SECTUR, Carlos Joaquín González.
Los que frecuentamos el análisis político, social, histórico y cultural de Quintana Roo, sabemos que a Carlos Joaquín, el gobernador actual, padre de los borgistas cacasenos, no lo pasa ni en pintura pues es todo lo contrario a lo que representa el borgismo corrupto, autoritario y frívolo, y ha creado hasta fórmulas deturpadas y obsoletas –verbigracia, el Quintanarroísmo- para tratar de excluir a Carlos Joaquín González, de la contienda electoral por la gubernatura de ese estado.  
El mismo día de los hechos, por la noche del 21 de noviembre, y por su página oficial de Facebook, Carlos Joaquín González, con un inocultable sentido humano y cercano a la aflicción de los familiares de los deudos, escribió lo siguiente:

Con gran pena recibí la noticia del accidente automovilístico en la carretera cercana a Carrillo Puerto, en donde lamentablemente diversas personas perdieron la vida o se encuentran gravemente lesionadas, algunos de ellos familiares y compañeros muy cercanos.
A las personas que tienen la pena de haber perdido a sus familiares, les expreso mis respetuosas condolencias y me pongo a sus órdenes por si puedo auxiliar en modo alguno este delicado trance.
Mi equipo y un servidor estaremos personalmente al pendiente de quienes se encuentran lesionados, esperando que muy pronto mejore su estado de salud.
De la misma manera estaremos muy atentos a las investigaciones que lleve a cabo la autoridad competente.
Mi familia y un servidor nos unimos a las oraciones de todos a quienes nos ha afectado este desafortunado accidente, para transmitir esperanza a quienes están sufriendo las consecuencias de este infortunio.


Y a pesar de que el subsecretario haya recalcó que estaría muy al pendiente de las investigaciones respectivas, no había completamente terminado de saberse la noticia, cuando uno de los más inefables e impresentables locutores mercenarios del Borgismo cacaseno, el oficioso hasta el punto de descreer de corrientes democráticas y éticas dentro del partido que gobierna actualmente Quintana Roo, David Romero Vara, desde sus desprestigiados programas de radio y medios de internet exigió a Carlos Joaquín y al coordinador de su precampaña “no encubrir a los causantes de este terrible accidente que ha enlutado a varias familias de la región”. ¿Cree el chayo de la radio que dirige David Romero, que todo en Quintana Roo es borgismo cacaseno, dónde está la credibilidad y la fuerza periodística de un besamanos consuetudinario del poder político en Quintana Roo, como para suponer que todos nadan en el mismo pantano de la prostitución jurídica que ellos?
Todos sabemos que David Romero Vara, no es un líder de la noticia en Quintana Roo, es, sí, un funcionario público, o cuanto más, un Godínez del boletinaje que labora en el Sistema Quintanarroense de Comunicación Social.[1] Desde ahí, pertrechado con sus boletines oficiales y su consigna oficiosa de decir lo que sus patrones políticos le dicen que diga, se presenta ante el público quintanarroense como un “líder de la noticia” en Quintana Roo, sí, pero de la noticia avalada por los censores oficiales en turno. David Romero, hay que apuntar, es una especie de trilobites de la oficialidad periodística, anterior al boom de la noticia independiente en el auge de los medios de internet y las redes sociales, que han ciudadanizado y liberado de ataduras de la voz y la verdad oficial, a la noticia secuestrada por personeros y esbirros oficiales como el que representaba icónicamente, personajes como Romero Vara; y el hoy gris, moribundo y falto de todo crédito, Diario de Quintana Roo, así como otros “analistas” políticos que trabajan para el Sistema Quintanarroense de Comunicación Social.
Frente al periodismo parasitario de la verdad oficial, algunos medios de prensa independiente en Quintana Roo, se han constituido, durante el sexenio borgista, en un dique de la razón acotada por la sinrazón oficiosa: Noticaribe se refrenda en su lucha por la verdad y el cuestionamiento de las larvas políticas, Luces del Siglo ha sido víctima de los atropellos autoritarios, Pedro Canché y Lydia Cacho han aguado la frivolidad cretinezca del borgismo arrabalero. Periodistas Quintana Roo, una página que, al parecer, dirige el periodista Javier Chávez Ataxca, es otro medio interesante para analizar la grilla del patio quintanarroense. Sin embargo, en su muro del Facebook, el periodista Chávez Ataxca, en un avance de su columna Alerta Roja, especial para Periodistas Quintana Roo, en su lectura del accidente, apuntó algunas “reacciones tendenciosas ante las muertes”. Dice Chávez, que el responsable del accidente, un chofer que manejaba una Lincoln, al parecer causante del accidente, “hirió de paso las aspiraciones de su jefe Carlos Joaquín”.
Descreo de esa apreciación de Chávez Ataxca, y por el contrario, considero que hay que elogiar la reacción responsable de Carlos Joaquín desde los primeros momentos de la tragedia. Vaya, te digo, Chávez Ataxca, que un accidente se da en todo momento, en tantas idas y venidas los accidentes automovilísticos se presentan, y esto no tiene nada que ver con las intenciones políticas de nadie.  Chávez Ataxca, en su texto, manifiesta sobre esa “politización de la tragedia”:

Eso que llaman politización de la tragedia no podía ser más certero, ya que predominan posturas convenencieras en función de sus apuestas y filiaciones con determinado bloque de gladiadores que disputan la candidatura priista a la silla de Palacio de Gobierno. Porque si José Luis Toledo Medina estuviese en esta situación tan adversa –sobre todo para las víctimas y sus familiares –, sin duda los simpatizantes de Carlos Joaquín los habrían linchado en redes sociales, cambiando las banderas blancas de la victimización por el hacha y el estilete.

Hasta ahora, no he visto una clara “victimización” de los hechos ocurridos el 21 de noviembre pasado, como sí refiere Chávez Ataxca. Por el contrario, desde mi óptica de analista, lo que he visto es una respuesta de los Godínez oficiales borgistas que, al no poder saber cómo parar el incuestionable prestigio y el favor masivo hacia la figura de Carlos Joaquín González, se valen de cualquier medio para tratar de enlodarlo, aunque sus empresas abyectas les salgan por la culata de su desprestigio como chayos de las verddes oficiales, Por eso me sorprende las apreciaciones de Chávez Ataxca. Este artículo, ¿tiene tintes del "periodismo" borgista cacaseno, o es mi particular interpretación? No concibo a su autor como parte del redil oficial (al contrario, es una voz que necesitamos para tratar de entender el Quintana Roo actual, y su trabajo es más que necesario), pero nadie que no sea un borgista, es el que politiza el asunto: los que han politizado, o tratado de politizar, y al mismo tiempo, de ser jueces y partes, son los borgistas oficiales.
Los hechos acaecidos hace unos días cerca de Felipe Carrillo Puerto, hay que verlos como son: un terrible accidente cuyos causantes (no delito, es un simple accidente) deben responder acatando el debido proceso legal. Nadie sino el borgismo criminal y sus Godínez de seudo periodistas politizan la tragedia.





[1] “Rompeolas: David Romero Vara o el inescrupuloso uso de recursos públicos para fines personales”. Noticaribe, 14 de abril de 2014. 

viernes, 20 de noviembre de 2015

¿Qué lecturas podemos sacar del conflicto en Siria?




Siguendo a Alfredo Jalife-Rahme, experto en geopolítica internacional y conocedor profundo del medio oriente,[1] la lectura del conflicto internacional reciente que ha sacudido al mundo, entre Rusia, Estados Unidos, Francia, Irán, Irak y Siria contra el Estado Islámico (hoy llamado, tercera Guerra Mundial según los estatutos de la ONU, por estar implicado en el conflicto cinco de sus países miembros) deja ver varias cosas: en primera, la gran hipocresía y la doble moral de Europa (algunos países europeos, como España, le compran petróleo a ISIS, el noveno exportador de petróleo a nivel globo, a cambio de armas prohibidas por el derecho internacional humanitario), que acepta y llora a sus muertos de dentro de sus fronteras, al mismo tiempo que es indiferente con la escala del horror en Siria, Líbano e Irak. Además, una ola de miedo pánico y xenofobia racista se cierne contra los refugiados sirios en Europa. 
El doble discurso europeo se hace más patente cuando se comprueba que muchos de los yihadistas que están en las filas de ISIS, provienen de Europa misma (no necesariamente musulmanes nacidos en territorio europeo, sino franceses, ingleses o alemanes de cepa). Y no olvidemos que hace más de un año, las francesas, alemanas e inglesas, iban dispuestas a los territorios del califato de ISIS, para servir como hembras para la reproducción de la tartufa y siniestra especie de los fanáticos descarriados.
En segundo lugar, es un hecho evidente que Israel, ese Estado de los sabios de Sión, así como Arabia Saudita, no serán tocados por ISIS porque, según Edward Snowden, ISIS es parte de una conjura sionista de dominio territorial en oriente próximo: tanto el Mossad judío, la CIA y los servicios de inteligencia británicos crearon a ISIS utilizando una estrategia denominada “nido de avispón”, que atrae a todas las escorias fanáticas de todos los puntos del globo, mediante eslóganes religiosos. Snowden asegura que  “la única solución para la protección del Estado judío es crear un enemigo cerca de sus fronteras”, y que el líder de ISIS, el califa Abu Bakr al-Bagdadi, tuvo un entrenamiento militar con los del Mossad durante un año, así como cursos de teología y oratoria.
El tercer punto a señalar, es la idea del hecho evidente del declive tremendo del anterior Imperio total, que llegó a ser en su momento Estados Unidos después de la segunda guerra mundial: si los yanquis no tienen nada que ver con el surgimiento de ISIS, peor para ellos, pues en más de dos años de estar en Siria, no hicieron absolutamente nada para suprimir a los sunnitas fanáticos de ISIS.
Mientras la barbarie de ISIS ha enseñado, a los ojos del mundo, la podredumbre del hombre religioso, vemos que en otras partes del mundo musulmán, tanto los maestros del derecho y la teología musulmana, así como los ayatolas de Irán, execran de esos descarriados de la ley de Alá y de su profeta.
Y en un último punto, podemos decir que asistimos a una redefinición de la geopolítica internacional y los polos de poder desde Bretton Woods, en 1944: la política económica, humanitaria y militar actual, debe dar paso a una agenda internacional donde el poder es, desde hace tiempo, compartido entre tres potencias mundiales: Estados Unidos, cuyos conflictos internacionales (su derrota en Afganistán e Irak) y financieros (las burbujas económicas que estallaron en 2009 generando una crisis económica mundial) han mermado su anterior incuestionable poder; la potencia económica de China, dominadora de buena parte del globo; y el resurgimiento militar y su reposicionamiento en el pináculo de guerra, de la Rusia del zar Putin.





[1] Véase la entrevista que la periodista Cristina Sada Salinas le hizo a Jalife-Rahme el 18 de noviembre de 2015: “Caos global: Tercera guerra mundial o nuevo orden. Entrevista a Alfredo Jalife”.  https://www.youtube.com/watch?v=chDQg4LAPa0