La visita de un presidente de una isla caribeña maniatada por tanta deshonra y
tanta enfermedad carcelaria a la bella capital yucateca, Mérida, ha corroborado
lo que siempre he dicho: a Yucatán, los malos y entreguistas yucatecos
(intelectualidad oficiosa, sobre todo), la quieren vender al menor postor, al
más conchudo y al más huevón: me refiero a aquella isla de la mazmorra
sempiterna donde gobiernan las gerontocráticas hermanas castrantes y su nomenclatura
antediluviana. Recientemente, en un Festival de la Cultura Maya oficial, se
invitó a esa isla para presidir los saraos y los grandes fastos y las comelonas
y beberronas infinitas (como infinita es la estupidez de las cacatúas del patio),
se coronó a sus reinas de belleza anquilosada, se trajeron, con fondos
públicos, a varios turistas revolucionarios, hubo una que otra jinetera
danzando por ahí y moviendo su culonamen, y Mérida fue una especie de espantajo
habanero. El lobby cubano y la mafia cubana que infecta Mérida y pretende la
hegemonía y la difuminación de la alta cultura yucateca, se refociló de lo
lindo.
Esta
vez, la visita de estado de ese presidente caribeño con su homólogo mexicano,
desembocó en el cuasi secuestro de Mérida: el centro de Mérida fue tomado por
el Estado Mayor presidencial mexicano y por los guardias rojos de la
petrificada revolución habanera, y nadie, ninguna especie vacuna de
anarco-wiros del patio, protestó.
Hace
unos años, largos ya, en el 2007, cuando llegó el presidente de los Estados
Unidos, George W. Bush para tratar, si mal no me acuerdo, sobre un Plan, el
Plan Mérida, Mérida fue rehén del mismo Estado Mayor Presidencial y los
elementos de seguridad estadounidenses, y varios anarco-wiros del patio (o en caló nacional, anarco nacos),
radicalmente insufribles y difíciles para decodificar sus consignas baratas de
malos lectores -no del marxismo de la vulgata, sino del new age entremezclado
con dislexia, de los tiempos postmodernos donde las ideologías se han
descoyuntado- protestaron, tomaron los palacios de la plaza grande, hicieron
hogueras, clamaron y verraquearon a sus
dioses antiguos, rompieron vallas metálicas, descalabraron a uno que otro
inocente que pasaba por ahí rumbo a su casa, hicieron pintas y quisieron
derramar su sangre y se enfrentaron a los ridículos toletes de la policía
municipal. Esos anarco-wiros, acostumbrados a fumar churros en La Casa de
Todos, a escuchar a sus maestros nacidos en el cuaternario, según ellos,
mediante esas escenas de barbarie urbana, hacían su Sierra Maestra y plantaban
cara al destino haciendo su “revolución”.
Hoy,
y tal vez porque han pasado 8 años y los anarco-wiros de 20 ya rondan la
treintena, ninguno ha salido a las calles a gritar consignas de por qué a Mérida
la tienen secuestrada. El periodista José Repetto, a pregunta expresa mía,
acerca de si Mérida está secuestrada y si había un “anarquista” en las calles
protestando por el secuestro de Mérida, me respondió: “No
hay libertad de tránsito, la única diferencia con 2007 es que los seudo
anarquistas idolatran a la dictadura cubana; ni a pie ni en vehículo, la Plaza
está secuestrada por el Estado Mayor Presidencial”.
Cosas
increíbles se han visto hoy en torno a la visita oficial del “presidente”
cubano a Yucatán. Podemos decir que toda la oficialidad cultural
yucateca está empinada, abierta en canal cual jinetera, a la hegemonía de la
cultura oficial y carcelaria de esa isla. Desde las páginas del Por Esto! del
cubano Renato Menéndez y su infumable Unicornio (se dice que el bebedor
consuetudinario de ron, Raul Castro, irá a visitar al terrorista del pasquín),
se harán apologías, ditirambos, escolios y bienaventuranzas por esta “histórica
visita”. Las plumas manidas y bien cebadas ya se prestan a la escriturada.
Cuando
@RaulCastroR estrechó la mano al presidente mexicano de la matanza de Tlataya,
Ayotzinapa y Ostula, hizo honor a su hermano y a su pasado de buenas relaciones
con la dictadura perfecta mexicana: ¿rompió relaciones Cuba cundo fue el 2 de
octubre del 68, el jueves de Corpus Christi y las guerras sucias? ¡Nunca!
Y
es que la “Revolución cubana”, o ese espantajo que se dice “Revolución Cubana
de hoy, no es la misma de hace 50 años. Eso es una verdad de Perogrullo y una
reverenda estupidez el creerla inamovible; y en el garlito, muchas personas de
izquierda, buenas gentes pero ingenuas y desconocedoras de la historia reciente
cubana, se han ido con la finta. Hay que conocer los procesos sociales y la
historia de Cuba: hubo un momento en que las condiciones revolucionarias
cubanas fueron un ejemplo para toda Latinoamérica, pero a partir de 1971 (el
Caso Padilla como elemento axial), el giro soviético de Cuba hizo que la
revolución se escorara por completo al marasmo de una revolución petrificada,
petrificante. Hoy Cuba, esa dictadura tropical, es un espantajo y un fantasma
de sí mismo, de lo que fue en su mejor momento.
Por
el periódico me enteré hoy que una comilona y bebilona de la delegación cubana
y mexicana, se hizo en la mítica quinta Molina-Montes, donde hace mucho tiempo
la Casta Divina celebraba su “modernidad” y “progreso”. En la quinta
Molina-Montes, bocadillos exóticos –chivitas de la ría yucateca, huevos de
codorniz- y abundosos tragos (güisqui, tequila y vodka tropical, por eso del
pasado siberiano cubano) se bebían al son de mariachi. Tiempos
neo porfirianos suceden en Yucatán: en la madrugada, los rurales-federales
limpiaron la plaza grande de pordioseros porque ahí iba a pasar la comitiva “revolucionaria”
castrista, muy similar a lo que más de 100 años antes hiciera la Casta Divina
cuando la visita de don Porfis, para limpiar a Mérida de indios malolientes.
Ahora, el encuentro entre la delegación mexicana y cubana, se hará nada más y
nada menos que en la Quinta Montes-Molina, quinta emblemática, pues pertenecía
al líder de la Casta esclavista henequenera, Olegario Molina, y a su yerno, el
español Avelino Montes. Nada es casual, los tiempos regresan, el petróleo se
vende, la tierra se vende, las playas son de extranjeros y las conquistas
laborales se pierden.
Este
día, supe también que el Congreso del Estado de Yucatán, donde abundan las
focas aplaudidoras, le entregará la medalla general Salvador Alvarado a Raúl Castro
Ruz. Excremento para la memoria del sonorense el entregar una medalla con el
nombre del libertador de los mayas de Yucatán, a un hombre que viene de una
familia enamorada del pensamiento carcelario.
Y
a pesar de que los anarco-wiros no hicieron su desmadre para pedir la
liberación de la Plaza Grande, y a pesar de todo y de los tiempos neo
porfirianos, hay que decir que nadie puede negar que Cuba es más que su
gobierno dictatorial: Cuba son sus guajiros, sus mulatas de amplios caderámenes,
su ron inmemorial, su tabaco profundo, su buena literatura disidente, su Habana Vieja, su malecón, su Varadero, sus damas de blanco, su
Leonardo Padura y su Cabrera Infante, sin olvidarme de su Celia Cruz, su Compay Segundo y su
exquisito son montuno.
Me sale a mí el guajiro que tengo dentro,
chapeando
el monte y cultivando el llanto,
Cuba,
cuanto te amo, sí, sí, te amo.
Lo
dice un yucateco enamorado de tu historia.
Mi
amor por Cuba es más que sus vulgares dictadores
y
más que la vulgaridad de los malos yucatecos.
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