domingo, 1 de noviembre de 2015

FINADOS


Son días de finados.

Ya se siente en el aire.


El olor inconfundible

de estos santos días

recorre las calles del pueblo.


Son los muertos que regresan

nuestros muertos,

más vivos que nosotros,

al caminar, guiados por las velas prendidas en las calles,


dejan tras su paso


el sabor  de sus gratos recuerdos.


Huele a finados, decía mi abuelo

y mi abuelo me enseñó a oler los finados.

En el silencio que me dan estos días,

le respondo desde un más acá lejano:


Huele a ti, abuelo,



huele a ti, padre mío.

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